Hoy decido ser imparable y manifestar el entusiasmo de Dios en mi ser, en armonía con mi esencia y en vibración de amor.
Reconozco mi imperfección y sé que cada día soy mejor que el anterior. Hoy decido aceptarme con amor y recibir el amor.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Acepto, honro, agradezco y suelto los errores destructivos y las lecciones que aprendí de cada situación. Hoy decido recibir la abundancia con amor.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Reconozco que he sido mi propia víctima y sé que los demás han sido un reflejo de mi ser. Dejo atrás la queja y la dependencia. Hoy decido cuidarme con amor.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
He permitido que me lastimen y me he maltratado. Hoy decido amarme y ser quien soy. Recibo el honor y la libertad que merezco en mi vida.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
He controlado a otros y he sentido la traición... Reconozco la libertad de los demás; me libero de las cargas ajenas y de todo aquello que no me pertenece. Hoy decido aceptar a los demás como son, sin condición.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Me comprometo a ser fiel a mí y darme el lugar que merezco. Hoy decido ser mi prioridad, con respeto, amor y gratitud.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Acepto, honro, agradezco y suelto lo que ya no hace parte de mi vida. Hoy decido fluir en armonía.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Aquí y ahora doy gracias a la vida por permitirme entender mi camino verdadero. Hoy decido ser feliz.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.
Texto: Fernando Caicedo Albarello
Imagen: Emiliano Arano