Más que cualquier otra cosa, deseamos ser vistos. Ser acogidos en una presencia completamente abierta y sin juicios, y ser vistos a través de ojos que solo sepan amar. Y ser vistos es lo que más tememos. Más que a la muerte, tememos la penetrante mirada de la intimidad. Y la anhelamos de todos modos. ¡Necesitas ser muy valiente para mostrarte! Para quitarte la máscara, cuando te ves y te sientes peor (esa máscara que de cualquier forma te está asfixiando), para decir: “Mira. Mira. Aquí estoy, mundo”. Dejarte ver antes de estar listo. Cuando te sientas el más inútil, el más sucio, el más desgraciado e ingrato, el más inepto, el más aburrido, el más confundido y solitario y roto y triste y enojado y lastimado, déjate ver allí. Allí, en ese doloroso y vergonzoso sitio. Deja que la luz entre. Sal de tu escondite e invita a alguien a tu mundo “privado”. Deja que sea testigo del verdadero y auténtico tú. Anterior a la deplorable defensa que llamas “personalidad”. Di, “Mira. Mira, amigo...
Un blog sobre energía vital para el éxito del ser: Sanación, propósito, motivación, aprendizaje y automejora.