Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Carta

Adictivo engendro (Fernando Caicedo Albarello)

Octubre 3 de 2007 Adictivo engendro: Tal vez debería saludarnos y así hacerlo todo más fácil, pero es muy tarde para eso: ya me leíste y me estas escribiendo. La presente tiene un objetivo y tres razones. El fin es conocido por los dos y ya será agobiantemente establecido a su tiempo. En cualquier caso, las oportunidades de encontrarnos nos tienen disponibles a cada instante y tú te les ofreces sin compasión. Las razones, en cambio, requieren de una explicación, a pesar de que son el resultado de nuestros permanentes agravios. La primera se hace evidente y es la primera porque es la más difícil de evitar: la mayor parte del tiempo sólo estoy contigo y es cuando siento que la soledad me devora. La segunda, no por eso menos importante, es una sentencia de muerte por abandono. Así que declaro que desde hoy no volverás a ser tú; no volverás a merodear por los jardines de escombros que dejas a tu paso, ni por los ríos de licor en que te bañas. No te dejaré salir nuevamente y te cont...

Una carta de odio (usada como catarsis)

Hola, engendro. Tal vez debería saludarnos y así hacerlo todo más fácil, pero ya es muy tarde para eso: ya me leíste y me estas escribiendo. La presente tiene un objetivo y tres razones. El fin es conocido por los dos y ya será agobiantemente establecido a su tiempo. En cualquier caso, las oportunidades de encontrarnos nos tienen disponibles a cada instante y tú te les ofreces sin compasión. Las razones, en cambio, requieren de una explicación, a pesar de que son el resultado de nuestros permanentes agravios. La primera se hace evidente y es la primera porque es la más difícil de evitar: la mayor parte del tiempo sólo estoy contigo y es cuando siento que la soledad me devora. La segunda, no por eso menos importante, es una sentencia de muerte por abandono. Así que declaro que desde hoy no volverás a ser tú; no volverás a merodear por los jardines de escombros que dejas a tu paso, ni por los ríos de licor en que te bañas. No te dejaré salir nuevamente y te c...