Oh, soberano príncipe Arcángel, líder incorrupto de la legión celestial, cuidador y defensor de las almas que pasan al más allá, protector intachable de la iglesia, el miedo, el vencedor, el más temido por los entes del infierno. Pedimos tu clemencia con suma humildad, para que te dignes a liberar de toda maldad a quienes acudimos con perseverancia y fe a tu llamado. Que tus manos nos resguarden, que tu espada nos defienda, y que, gracias a tu irrompible protección nos veamos más cercanos y unidos a los prestigios del Señor. Que tu gracia nos de la fuerza del día a día, para que lleguemos con éxito a nuestra meta, y especialmente en mis momentos de agonía, tú me des de esa gracia, que tanto me bendecía. Que tu poder infinito nos defienda del infernal dragón desatado y de todos sus malévolos seres enviados, cuando nuestra alma escape de este mundo, quiero que tú seas quien me guíe hasta la puerta, y una vez allí, quites todas mis penas y culpas, para llegar limpiamente hasta la divina ...