I ¡Día de dolor aquel en que vuela para siempre el ángel del primer amor! II ¿Cómo decía usted, amigo mío? ¿Que el amor es un río? No es extraño. Es ciertamente un río que uniéndose al confluente del desvío, va a perderse en el mar del desengaño. III Pues tu cólera estalla, justo es que ordenes hoy ¡oh Padre Eterno! una edición de lujo del infierno digna del guante y frac de la canalla. IV En el kiosco bien oliente besé tanto a mi odalisca en los ojos, en la frente, y en la boca y las mejillas, que los besos que le he dado devolverme no podría ni con todos los que guarda la avarienta de la niña en el fino y bello estuche de su boca purpurina. V Bota, bota, bella niña, ese precioso collar en que brillan los diamantes como el líquido cristal de las perlas del rocío matinal. Del bolsillo de aquel sátiro salió el oro y salió el mal. Bota, bota esa serpiente que te quiere estrangular enrollada en tu garganta hec...